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VOZ EN ESPAÑOL: Ricardo Berrutti Una maldición llamada Genio


​Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec-Monfa, nacido en noble cuna, el 24 de noviembre de 1864, murió, siendo más conocido por su nombre artístico, o, simplemente Toulouse Lautrec, el 9 de septiembre de 1901. Una rara enfermedad, congénita, aparentemente, (su padre y su madre eran primos entre sí) le impidió continuar su infancia feliz, pues a sus 14 y 15 años, sufrió la fractura de en los fémures de ambos miembros inferiores. Ya adulto, y a consecuencia de esos accidentes, la estatura del pequeño Henri se detuvo, en apenas un metro con cincuenta y dos centímetros, lo que le produjo un amargo sentimiento de inferioridad, para el cual sólo encontró alivio en los tres medicamentos a su alcance: el alcohol, las prostitutas, y la pintura. Para su período de aprendizaje como pintor, muchos eruditos han escrito verdaderas bibliotecas sobre su estilo, el tema sub consciente de su arte, las influencias de los impresionistas, su amistad con Degàs. Uno de los tantos analistas d su personalidad y su obra ha escrito: “Poseía una memoria fotográfica y pintaba de forma muy rápida. Sin embargo, su primera influencia fue la pintura impresionista y, sobre todo, la figura de Degas, de quien siguió la temática urbana alejándose de los paisajes que interpretaban Monet o Renoir. Fue la vanguardia del modernismo y del “art nouveau”. (…Degas, de quien siguió la temática urbana alejándose de los paisajes que interpretaban Monet o Renoir. Fue la vanguardia del modernismo y del “art nouveau”.) (He optado por disentir de esas aseveraciones, y recuerdo a los grandes eruditos que afirmaron, -unánimemente – que ciertas esculturas de Modigliani, encontradas en el barroso lecho del Sena, eran auténticas, hasta que varios estudiantes de arte de París, confesaron que ellos mismos las habían falsificado) Que las visitas a los burdeles de París “le llevó a frecuentarlos con asiduidad y hacerse cliente habitual de algunos de ellos como el Salon de la Rue des Moulins, el Moulin de la Galette, el Moulin Rouge, Le Chat Noir o el Folies Bergère. Todo lo relacionado con este mundo, incluida la prostitución, constituyó uno de los temas principales en su obra. En sus obras de los bajos fondos de París pintaba a los actores, bailarines, burgueses y prostitutas. A estas las pintaba mientras se cambiaban, cuando acababan cada servicio o cuando esperaban una inspección médica” En cuanto a su “memoria fotográfica” no hay la menor duda: pintaba mucho, mirando las fotografías que obtenían fotógrafos de los bajos fondos. En general, estaba demasiado borracho para recordar nada. Esto se trasluce claramente, en el siguiente relato, de un testigo incuestionable: “Como es sobradamente conocido, la vida de Henri Toulouse-Lautrec fue una vida triste, desgraciada y amarga, aunque paradójicamente gran parte de ella se desarrollara en medio de la alegría continua de las salas de fiestas y cabarets parisinos de finales del siglo XIX. A partir del año 1897, la producción artística del pequeño pintor francés empezó a resentirse, tanto en la calidad como en la cantidad de su producción. A pesar de ello, seguía siendo capaz de dejarnos obras tan hermosas como el retrato de Berthe Bady. En esa época solía emborracharse hasta perder totalmente la consciencia, cada vez con más frecuencia, y en ese estado, penoso y lamentable, debían llevarlo a su casa. Sus borracheras daban lugar, en ocasiones, a situaciones complicadas, en las que insultaba violentamente a sus propios amigos, se enfrentaba a la policía, se caía por las escaleras y se rompía la clavícula, o insultaba al propio ex-rey de Serbia (admirador y comprador de sus cuadros, por otra parte) mediante groseras comparaciones entre la antigüedad de sus respectivas familias. Para procurar apartarle de aquella espiral autodestructiva en la que se encontraba, Maurice Joyant, uno de sus mejores amigos, consiguió que se organizara una exposición del artista en Londres, en la Galería Goupil, de Regent Street. De este modo pensaba que el pintor estaría entretenido en la selección de las obras a exponer. Además, parece que cuando Lautrec estaba en Inglaterra bebía menos. La conservadora sociedad victoriana no estaba preparada para la pintura desvergonzada y atrevida de Toulouse-Lautrec, y la exposición fue un rotundo fracaso. Durante ella, sin embargo, tuvo lugar una anécdota curiosa, que da muestra del carácter del pintor. A la presentación privada de la muestra fue invitado el Príncipe de Gales, el futuro rey Eduardo VII. El príncipe se retrasó mucho, tanto que el pintor se quedó dormido durante la espera. Cuando finalmente llegó, insistió para que no se le despertara. Cuando Toulouse-Lautrec despertó y le contaron lo sucedido se limitó a responder: "Buen muchacho".

http://www.elacontecer.com.uy/


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