VOZ EN ESPAÑOL: Carmen del VANDO BLANCO - Arte y religión, la historia de un desencuentro
Hasta el 24 de enero el Palacio Strozzi de Florencia acoge la exposición Belleza divina, entre Van Gogh, Chagall y Fontana, una reflexión sobre la relación entre el arte y lo sagrado desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX a través de un centenar de obras de artistas como Domenico Morelli, Gino Severini, Picasso, Max Ernst, Matisse o Munch. Esta muestra forma parte de los actos del V Convenio Eclesiástico Nacional que tendrá lugar del 9 al 13 de noviembre y en el que participará el papa Francisco
Ha pasado más de medio siglo desde que el pontífice Pablo VI –el que más atención ha dedicado al arte entre los últimos papados–, en el transcurso de un encuentro que tuvo lugar en la Capilla Sixtina el 7 de mayo de 1964 con creadores plásticos, afirmara que en los últimos tiempos aunque no se había roto el vínculo entre la Iglesia y los artistas sí que se había producido un alejamiento cada vez mayor entre ellos, del que eran responsables las dos partes: “No hemos roto pero hemos turbado nuestra amistad… En cierta manera, vosotros nos habéis abandonado… en la búsqueda de otras expresiones, que no son las nuestras… Si bien, reconocemos que también nosotros somos responsables al imponeros como primer canon la imitación, a vosotros que sois creadores, siempre vivaces, surtidores de miles de ideas y de miles de novedades… ¡perdonadnos!”.
El ángelus (Oración), de Jean-François Millet, 1857-59, óleo sobre lienzo, 66 x 55,5, Museo de Orsay, París. Legado de Alfred Chauchard, 1910. Foto RMN-Grand Palais (Museo de Orsay) / Hervé Lewandowski.
Precisamente esta valiente mea culpa de Pablo VI se refería a lo que va desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX, cuyos testimonios artísticos recoge esta exposición que ha sido organizada por la Fundación Palacio Strozzi junto con el Polo museal florentino, los Museos Vaticanos y la Archidiócesis de Florencia y que forma parte del V Convenio Eclesiástico Nacional que tendrá lugar del 9 al 13 de noviembre y en el que participará el papa Francisco.
Cristo crucificado, de Pablo Picasso, 1896-97, óleo y carboncillo sobre cartón,73,5 x 54,4cm, Barcelona, Museo Picasso, donación de Pablo Picasso, 1970, Museu Picasso, Barcellona/Gasull © Succession Picasso, by SIAE 2015.
A pesar de este abandono bilateral, la relación no se llegó a romper del todo, como queda claro en esta exposicióndonde se exhibe una serie de obras cuyos temas abordan de alguna manera el tema religioso de los artistas más influyentes de ese período de tiempo. Aunque en algunos casos sus puntos de vista son polémicos o disonantes y, precisamente por ello, dan cuenta de que entre el arte y lo sagrado no cabe la ignorancia, que siguen vinculados,aunque a veces sea por un hilo sutil entre ambos polos.
Crucifixión, de Renato Guttuso, óleo sobre lienzo, 200 x 200 cm, 1941. GNAM – Galleria Nazionale d’Arte Moderna e Contemporanea, inv. 8549. Soprintendenza alla Galleria nazionale d’arte moderna e contemporanea di Roma. Su gentile concessione del Ministero dei Beni e delle Attività Culturali e del Turismo – Foto Antonio Idini © Renato Guttuso, by SIAE 2015.
El 4 de abril de 1999, de nuevo el papa Juan Pablo II, volvió a ratificar este punto de vista en una carta dirigida a losartistas. En ella encontramos precisamente una de las clave de esta exposición florentina: “Toda forma auténtica dearte es, a su manera, una puerta de acceso a la realidad más profunda del hombre y del mundo… En la era moderna se ha ido afirmando una forma de humanismo caracterizado por la ausencia de Dios y a menudo por la oposición a Él…Y precisamente el arte sigue constituyendo una especie de puente hacia la experiencia religiosa… Hasta cuandoescruta las profundidades más oscuras del alma o los aspectos más desconcertantes del mal, el artista se propone de cualquier forma como voz de la universal espera de redención”.
Crucifxión blanca, de Marc Chagall, 1938, óleo sobre lienzo, 155 x 139,8 cm, Art Institute of Chicago. Donación de Alfred S. Alschuler © Chagall ®, by SIAE 2015.
Por otra parte, el penúltimo de los Pontífices, Benedicto XVI, profundizaba todavía más en este hecho: “Una función esencial de la verdadera belleza, ya evidenciada por Platón, consiste en comunicar al hombre una saludable sacudida,que lo saca de sí mismo… lo hace sufrir pero lo ‘despierta’… elevándolo hacia lo alto”. Lo que nos recuerda a su vez unacita de Dostoievsky: “La humanidad puede vivir sin la ciencia, sin pan, pero sólo sin la belleza no podría vivir porque no habría más nada que hacer en el mundo”.
La comunión, de María Blanchard, 1914-1920, óleo sobre lienzo, 180 x 124 cm, Madrid, Museo Nacional Museo Reina.
Esta exposición del Palacio Strozzi está circunscrita en este ámbito y aporta una lectura inédita de estarelación. Compuesta por un centenar de obras, es muesta reflexiona sobre cómo el arte y lo sagrado se entrelazan, y para ello se exhibe un conjunto de obras magistrales de los artistas más importantes del período que va desde mediados del siglo XIX al XX junto a la de otros creadores plásticos menos conocidos, lo que permite mostrar un variado y diversificado panorama del arte moderno en general.
La Piedad, de Vincent van Gogh (a partir de Delacroix), h. 1889, óleo sobre lienzo, 41,5 x 34 cm, Ciudad del Vaticano, Museo del Vaticano. Foto © Governatorato dello Stato della Città del Vaticano-Direzione dei Musei.
Entre los italianos, destacan Domenico Morelli, Gaetano Previati, Felice Casorati, Renato Guttuso, Lucio Fontana o Emilio Vedova; y entre los internacionales, Vincent van Gogh, Jean François Millet, Edvard Munch, Pablo Picasso, Max Ernst, George Rouault o Henri Matisse.
Deposizione, de Fausto Melotti, 1933, bronce, 86 x 60 x 26 cm, colección particular. Foto Elit Cantù.
Entre las obras expuestas, acaparan gran protagonismo las obras maestras Angelus de Jean-François Millet (proveniente del Museo de Orsay de París) que aporta una sacralidad transversal y al tiempo universal; la Piedad de Vincent van Gogh(de los Museos Vaticanos), una obra rara dentro de la producción de este artista porque a pesar de su vocación místico-religiosa no se prodigó en temas sagrados, mientras que en ésta se evidencia la inspiración que tuvo en la producción de otros artistas; la Crucifixión de Renato Guttuso (de la Galería Nacional de Arte Moderno de Roma), un trabajo emblemático con un fuerte mensaje político comparable al grito de dolor del Guernica; la Crucifixión blanca de Marc Chagall (del Art Institute Museum de Chicago), la obra preferida del papa argentino.
Gólgota (Crucifixión), de Edvard Munch, 1900, óleo sobre lienzo, 80 x 120 cm, Museo Guggenheim, Nueva York.
En cuanto a estilos o corrientes representados en la exposición, va desde la pintura realista de Morelli a la informalista de Vedova, del puntillismo de Previati al simbolismo de Redon o del expresionismo de Munch al experimentalismo del futurismo.
Cruifixión, de Max Ernst, óleo sobre lienzo, 1914, Museo del Vaticano, Palacio Apostólico del Vaticano, Colección de Arte Contemporáneo.
Cristo y la Verónica), de Otto Dix, óleo sobre tabla, 1943, Museo del Vaticano, Palacio Apostólico, Vaticano, Colección de Arte Contemporáneo.
Boceto para el proyecto decorativo del interior de la iglesia de San Pedro en Friburgp, nave lateral, de Gino Severiniarigi, 1931, témpera sobre cartón, 560 x 41 mm, Roma, Colección Romana Severini Brunori. Foto Arte Fotografica, Roma © Gino Severini, by SIAE 2015.
Casulla verde, de Henri Matisse, tessuto, 1951, Museo del Vaticano, Colección de Arte Contemporáneo,.
La preghiera, de Felice Casorati, 1914, témpera sobre fustago, 130 x 120 cm, Verona, Galería de Arte Moderno Achille Forti, omune di Verona © Felice Casorati, by SIAE 2015.
Vía Crucis (Estación II), de Lucio Fontana, 1955-56, 41,5 x 21 x 10 cm, ceraámica reflactaria, Milán, Museo Diocesano.
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